LOS DATOS DEL DÍA
sábado, 9 de noviembre de 2024
Raúl Follerau
ANIMADOR DE LA ORACIÓN TODOS
ACORDÉMONOS DE QUE ESTAMOS EN LA SANTA PRESENCIA DE DIOS ADORÉMOSLE

Una historia contada por José L. Martín Descalzo

 Raúl Follerau solía contar una historia emocionante: visitando una leprosería en una isla del Pacífico le sorprendió que, entre tantos rostros muertos y apagados, hubiera alguien que había conservado unos ojos claros y luminosos que aún sabían sonreír y que se iluminaban con un “gracias” cuando le ofrecían algo. Entre tanto “cadáveres” ambulantes, sólo aquel hombre se conservaba humano. Cuando preguntó qué era lo que le mantenía a este pobre leproso tan unido a la vida, alguien le dijo que observara su conducta por las mañanas. Y vio que, a penas amanecía, aquel hombre acudía al patio que rodeaba la leprosería y se sentaba enfrente del alto muro de cemento que la rodeaba. Y allí esperaba. Esperaba hasta que, a media mañana, tras el muro, aparecía durante unos cuantos segundos otro rostro, una cara de mujer, vieja y arrugadita, que sonreía. Entonces el hombre comulgaba con esa sonrisa y sonreía él también. Luego el rostro de mujer desaparecía y el hombre, iluminado, tenía ya alimento para seguir soportando una jornada y para esperar a que mañana regresara el rostro sonriente. Era –le explicaría después el leproso- mi mujer. Cuando le arrancaron de su pueblo y le trasladaron a la leprosería, la mujer le siguió hasta el poblado más cercano. Y acudía cada mañana para continuar expresándole su AMOR. “Al verla cada día –comentaba el leproso- sé que todavía vivo”. No exageraba: vivir es saberse queridos, sentirse queridos.

PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

En esta historia real que nos cuenta Raúl Follerau aparecen varios frutos del AMOR que, a su vez, lo retroalimentan. ¿Cuáles diríais vosotros que son estos frutos? ¿En qué valores se concreta el amor de estos dos viejecitos?

Por si no se animan, se les pueden sugerir estos: ganas de vivir, sonrisa, agradecimiento, esperanza, alegría, fortaleza, compasión, fidelidad, ternura.

(Se escriben en la pizarra los suyos y los propuestos por el profesor, y se eligen los que sean más comunes entre nosotros “como frutos del auténtico amor”).

ORACIÓN

Señor, quiero amar como tú me amas,
Quiero no ser indiferente ante tanta gente pobre;
Quiero ser mejor amigo y no manipular a los demás;
Quiero sembrar en mi familia alegría, respeto, colaboración;
Quiero tener más confianza en Ti y en los demás;
Quiero salir de mi “caparazón” y derramarme sirviendo a los más necesitados.
¡Señor, enséñanos a amar, danos de tu AMOR!
Amén

ANIMADOR DE LA ORACIÓN TODOS
SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE RUEGA POR NOSOTROS
VIVA JESÚS EN NUESTROS CORAZONES ¡POR SIEMPRE!