“Son pequeñas cosas que hacen grande al mundo”. Así resume Arancha Martínez, la propietaria de la librería Santos Ochoa de Huesca, el emotivo gesto que tuvo un cliente con el establecimiento.

 Todo sucedió a última hora del pasado jueves, cuando un niño acudió a esta librería para comprar material escolar. A la hora de pagar, no tenía suficiente dinero y le faltaban 20 céntimos, que dejó a deber.

 Arancha Martínez, que no sabía nada de esta historia, porque ella había trabajado por la mañana, abrió la tienda al día siguiente a las 10:00. Para su sorpresa, se encontró con una nota y 20 céntimos en una bolsita perfectamente sellada y colocado todo en la puerta.

La nota decía: “Buenos días, ayer sobre las 19 h. compró mi hijo un block y tres rollos de forro para los libros. Le faltaba 20 céntimos. Aquí los tienen. Muchas gracias”.

La propietaria, cuando salió de su asombro, lo compartió con sus compañeras de trabajo por el grupo de WhatsApp que tienen. Al rato, Ana, la dependienta que trabajó la tarde anterior, le confirmó toda la historia y le contó lo del niño y que había dejado a deber esos 20 céntimos.

 “Quiere decir mucho de los valores que tiene esa familia. Significa que estos buenos valores están todavía presentes en la sociedad y eso es algo de agradecer”, comenta una abrumada Arancha Martínez. 

“Me gustaría encontrar la familia de ese niño. Simplemente para darle las gracias por los valores que le está inculcando a sus hijos”, añade la propietaria, que incluso llega a decir que cuando vio ese detalle ya le había alegrado el día.

Gestos, que como ella misma dice, sirven para hacer el mundo un poquito mejor.